DE SARA CUCALA, PARA TRAVELER.ES
Cuando uno cierra los ojos y huele una trufa blanca, el olfato le lleva inevitablemente a dos lugares: Piamonte, en Italia, e Istria, en Croacia.
A este último país es a dónde viajamos. El paisaje del norte del país
es un bello entramado de carreteras estrechas, que serpentean por
colinas, con vistas al mar. En lo alto de esos montículos se alzan
pueblos de techumbres rojizas y, a un lado y otro de la carretera, la
tierra parece poseer un cabello de cepas perfectamente peinadas. Cuando
se baja hasta el mar parece otra Croacia, la de pueblos marineros que
trepan por las laderas, buscando la mejor vista de la costa. Son tan
parecidos a Venecia…
y no es de extrañar, la historia une a ambos países, y de ese pasado
permanece vivo, aún hoy, un idioma (el italiano es la segunda lengua
después del croata), una arquitectura y estructura de los pueblos, una
despensa de mar y huerta que nos recuerda a las alacenas italianas… y
también trufas, enormes y deliciosas trufas. (continúa)
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