A las 12.00 de la mañana la plaza de Chueca era el lugar donde dormían unas cinco personas, en plena plaza, tirado al sol con sus sucias chaquetas sobre la cabeza, intentando alivar el exceso del día anterior. Todas las calles olían a orín y aquellos lugares que posiblemente podrían darle un color y distinción al barrio, estaban totalmente cerrados.
Mi compañero inglés fruncía el ceño y me comentaba 'ya no son las cosas como antes ¿verdad?'
No, no es como antes. Ni siquiera Chueca es un barrio gourmet. Tiene algunos lugares de cocina fantástica pero pocos comparados con otros lugares. Es por eso que encontré pocos sitios donde llevar a alguien que quiere escribir sobre Madrid. Le enseñé la pequeña tasquita de mi amigo Beto (Baco y Beto), el Comunista, Arce, el Mercado de San Antón, El Extremeño y... y ya. Luego a Malasaña que ahora mismo tiene muchas más cosas que contar.
Ojalá el año que viene me sienta orgullosa del barrio donde habito muchas horas de mis días.
Feliz felicidad para el resto del año con o sin Orgullo.
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