Narran las crónicas de la Conquista que cuando Francisco Pizarro puso los pies en Lima, allá por el año 1535, se quedó prendado de los pronductos de esta virginal tierra: del maíz, la papa, el maní, la palta, el camote, la yuca, la carne de alpaca, el ají… Ingredientes que crecían en una tierra fértil y que el conquistador fusionó con algunos de los productos de su despensa española: el ajo, el aceite, el limón…
La historia de Perú, la de Lima, es la historia de las inmigraciones, del cruce de culturas. Con los españoles llegaron las cocineras árabes y los esclavos africanos. Con las oleadas de inmigrantes chinos, japoneses, franceses, ingleses… el origen de las cocinas criollas, las chifas, los nikkeis… Es así como la Lima de hoy, la que en el año 1991 la UNESCO declaró Patrimonio Cultural de la Humanidad por su arquitectura colonial, es un híbrido de mundos diferentes que vive en armonía. Este cariz ha hecho que, gastronómicamente, Lima, Perú sea una de las más ricas cocinas del mundo.
Lima. Sus amplias calles a las que se asoman a un lado y otro enormes casonas, teñidas de colores vivos (amarillos, rojos, azules…), rodeadas de jardines donde crece, de nuevo, la fusión de mundos: el tulipán africano, el laburno de la India (llamado lluvia dorada), las buganvillas, las mimosas, los ficus, las acacias… En el centro de la ciudad, hoy en plena restauración, las fachadas balconadas (de ahí que sea popularmente conocida por la ciudad de los balcones) se asoman con discreción a las populosas calles, a las enormes plazas, a su tráfico mortal con sus micro-autobuses vociferando sin descanso, a las tiendecitas, a la gente paseando, contemplando la vida en cualquier banco de la ciudad… Iglesias barrocas, huacas prehispánicas, altos y modernos edificios… dan forma a la Lima del siglo XXI, cautivadora red que se asienta a medio camino entre la decadencia y la modernidad.
Un ir y venir en la historia que se descubre cuando se recorren los 43 distritos que componen la provincia de Lima. De la moderna y rica Miraflores, a la bohemia Barranco, de la ajardinada y tranquila San Isidro a la populoso Centro de la ciudad… Como en todo, en Lima reside una y mil ciudades. Pero en su conjunto habita una verdad: la magia, la cautivadora sinrazón del enamoramiento… ¿qué dota a esta puerta peruana del irresistible tentación de no querer desprenderse de ella? ¿Será que fue fundada el día de Epifanía o, más bien, que como aquí no se come en ningún lugar del mundo?Ir a Lima, visitar Perú, supone descubrirla a través de su cocina. No hay peruano que se precie que no hable de comida las 24 horas del día: sobre ceviche, sobre la papa, sobre los tipos de ají, sobre el suspiro de limeña o simplemente sobre el bocadillo rey, la butifarra. Un día en un parque, suspirando palabras de amor a la amada se comparte con un bocadillo de jamón del país (una especie de lacón) con lechuga, salsa criolla, rodajas de cebolla roja, limón y perejil… El amor se conquista por el estómago y en Perú, eso lo sabe bien. (Continuara...)
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